domingo, 25 de diciembre de 2011

Todo vuelve




El corazón rojo  de los alfileres estaba, en plena sesión de acupuntura, dentro del costurero, mientras otro de color verde era el lugar de descanso de agujas de diferentes tamaños; coloridos botones tapizaban el fondo y  a un costado las tijeras esperaban  ser necesitadas.
Los carreteles de hilos, como  niños de un coro, uno al lado de otro, ordenados dentro de una caja forrada en tela blanca con pintitas rojas.
Sobre la mesa ya no estaban las  revistas con los últimos modelos, que eran iguales a los de dos o tres temporadas atrás, y el cuaderno azul que heredó de su madre,  en el que se puede seguir la historia de las mujeres del pueblo, dormía dentro de una biblioteca.
Desde  las medidas para los  vestidos que usaban de niñas cuando las traían sus madres, hasta los vestidos de bodas y los bocetos  de los dibujos para la sábana del bebé.
Los cambios en los cuerpos, en la moda  y en los gustos estaban registrados en “la biblia” como le decían  las clientas.
En el rincón, junto a la ventana, desde donde  se ve el jardín, al que nunca pudo dedicarle tiempo, está la máquina de coser, vieja, pero jamás le dio un dolor de cabeza, su fiel compañera.
Varias novias lloraron al ver su cuerpo reflejado en el gran espejo de la pared, enfundado en el soñado vestido blanco.
Cuántas noches en vela para terminar un bordado, cuántos días sin asomar la nariz a la calle por alguien que vino necesitando algo urgente.
Hace algunos años que ya no cose por pedido, ella misma compra su ropa en los locales del centro. Algunas mujeres van a llevarle las noticias, el chismerío.
La casa de la costurera y la peluquería de los hombres son los centros de información de todo pueblo.
Una semana atrás, una sobrina ha ido a visitarla, le llevó unas masas y le dijo que necesitaba hacerle una pregunta.
Entre mate y mate le contó que había estudiado diseño y que estaba buscando un lugar donde poner su taller. La joven se había atorado con las palabras  cuando la mujer, que con los años adquirió el arte de oír más allá de las palabras, entendió el motivo de la visita y despacio fue llevando la conversación. En lugar de dejar que la sobrina pidiera permiso para instalarse en su casa  ella la sorprendió ofreciéndosela.
En pocos días, la mesa se llenó nuevamente de telas, botones, dibujos. Y ella sentada cerca de la ventana junto a su máquina sonríe feliz porque como  siempre dice:”en la moda y en la vida, todo vuelve”.




                                                Graciela



domingo, 18 de diciembre de 2011

Juntos



Seca tus lágrimas
con las nubes  del cielo,
y se las llevará 
el viento.
Guarda tus deseos
en una botella,
y se la llevará
la marea.
Pon tu corazón
en mis manos,
y volará
junto al mío.


                Graciela 







domingo, 11 de diciembre de 2011

Sonidos



Las canciones fueron mías,
y las horas fueron mías.
Tardes anaranjadas,
brisas florales.
Aires de cambio.
Nacientes alas  me llevan.
Otras estrofas brotarán,
flamantes relojes
marcarán mis tiempos.
Más los silencios son inútiles
Si el corazón grita.


           Graciela

domingo, 4 de diciembre de 2011

Simple






 
Duelen los recuerdos.
Sentada a la mesa del bar miro por la ventana.
Entre la gente te vas acercando.
Caminas en cámara lenta.
Tan sólo una ilusión.
La mente juega con los sentimientos.
¿O al revés?
Un diario y un café son mi única compañía.
La multitud de letras negras sobre el papel
forman una sola oración.
Una y otra vez se repite:
“si vas a estar sola, disfrútalo”



                            Graciela