domingo, 31 de julio de 2011

El paseo del domingo.




Los domingos por la mañana  ir a misa, a la tarde pasear por el centro, cumplir con las visitas prometidas en la semana .Son cosas que con el paso del tiempo no he cambiado.
Cambió el paisaje, pero los niños siguen jugando en la plaza, los hombres  se reúnen a la mesa del bar, y las mujeres caminan mirando las vidrieras. Parece como si todo fuese igual. Pero no.
 Los años pasaron, los amigos se fueron, de diferentes formas, por diferentes motivos. Algunos a grandes ciudades, por trabajo, por salud, por seguir a sus hijos. Otros al cementerio.
El agua clara del río, aquel  al que íbamos de jóvenes a nadar y a pescar peces, o novios, se ha enturbiado un poco, quizás por los motores que ahora tienen los botes .O quizás sean mis ojos.
Sólo la calle principal estaba  asfaltada y eran muy pocos los vehículos .Hoy  los autos son muchos y  más veloces. Tanto que se salen del pueblo.
Las tardes ya no huelen a bizcochos en el horno pero las noches siguen perfumadas con jazmines .Las plantas se resisten a los cambios.
El  niño que se sentaba detrás de mí en la escuela y los domingos era monaguillo, hoy es el cura. Antes tiraba de mis trenzas, ahora  no deja en paz esas campanas.
El salón del club sigue albergando al grupo de teatro, jóvenes disfrazados de viejos y viejos riéndonos  como niños. Un aire fresco se respira  en la función de los sábados.
Suena otra música en las radios de las casas, el volumen es más alto. La alegría es la misma.
Recuerdo la cinta con la que me ataba mi madre el cabello, largo y del color de las almendras .Cierro los ojos y puedo verme corriendo con otras niñas por la calle.
Mi cabello está blanco y  el caminar  pausado. Es domingo por la mañana, voy a la iglesia, repican las campanas, viejos y nuevos amigos encontraré en el camino.
Muchas cosas fueron cambiando en mi pueblo .Y yo con él.



                                                                                 Graciela




domingo, 24 de julio de 2011

El árbol y yo


Porque entre sus raíces una lombriz se mueve.
Porque siente en su corteza como  corretea una hormiga
Porque una mosca se transformó en la comida
de una araña que lo eligió para tejer  su tela
Porque es sostén del nido de un par de pájaros que traerán  vida.
Porque aún le sienta bien la lluvia al caer
Porque el sol le da esperanza
Porque el viento lo estremece y la luna lo enamora.
Se resiste el árbol a caer.
Aunque siente el crujir de la madera seca
Aunque se caen las hojas y va quedando desnudo
Aunque ya no corre la savia por sus venas
Aunque la hormiga cortó la última hoja que le quedaba.
Se resiste a caer el árbol.
Y yo  igual que el árbol me niego a caer.
Porque  me gusta la lluvia cayendo sobre mi cara
Porque el sol me acaricia
Porque la luna me hipnotiza
Porque hay vida a mí alrededor
Porque mi mente está despierta
Porque mi corazón sigue latiendo
Al igual que el árbol me niego a caer.



                                                                Graciela


martes, 19 de julio de 2011

Breve


La cita en el puente.
Tus ojos oscuros
adivinan los míos.
Tus manos como nidos
abrigan las mías.
Un beso eterno
sella el encuentro
Pasan las horas,
transcurren los días. 
Se pierden las palabras
queda la imagen.
Como una fotografía ,
quieto el recuerdo
se tiñe de ocre .




                                 Graciela





lunes, 11 de julio de 2011

A mis hijos



Desde lo netamente biológico, tener hijos es vivir para siempre.
Saber que aunque vamos a morir, nuestros genes continuarán vivos.
Algunos rasgos, quizás el color de ojos o la forma de la nariz permanecerán sobre éste mundo.
Pero también que tendremos alguien que nos recuerde, bien o mal pero estaremos en su memoria.
Que cuando crezca sabrá que aunque no nací sabiendo, intenté ser la mejor madre que pudo tener.
Canté canciones que nadie me enseñó, hice comidas que nunca comí, supe curar raspones, consolar, acunar, aconsejar, oír, resolver problemas de matemática, dibujar mapas, coser dobladillos.
Fui la mala de la película cuando puse  límites, la ídola cuando extendí la hora de las salidas.
Es saber que a pesar de todas mis dudas habrá alguien que creyó en mí.
Tener hijos es además sembrar en tierra virgen, sabiendo que los frutos los cosecharán otras personas.
Es cada día aprender algo nuevo acerca de mí.
Que puede emocionarme una  manito pintada sobre un papel, que  con sólo escuchar sus risas soy feliz.
Que no necesito más que sus abrazos, sus voces…
Desde mi punto de vista, un poco egoísta tal vez, tener hijos es sentir el sol brillando en el pecho.
Tener hijos es amar para siempre.