domingo, 1 de mayo de 2011

Un minuto


                                                 

Apagó el despertador, abrazó la almohada  como despidiéndose del sueño, fue hacia el baño, se dio una ducha tibia y rápida. Ya tenía preparada la ropa que se pondría desde la noche anterior, agarró el celular que tenía en la mesa de luz y fue hacia la cocina, puso la taza con agua en el microondas mientras sacaba de la alacena una caja con tostadas, sonó la alarma del microondas le agrego el café al agua lo mezclo y bebió, trago la tostada y tomo otro sorbo de café. Volvió al baño se lavó los dientes.
Miró el reloj, sabiendo que tenía aún cinco minutos, lo suficiente para tomar las llaves, el maletín y bajar al garaje a buscar el auto.
De ahora en más serían quince minutos hasta la empresa, siempre y cuando el tránsito así se lo permitiera. Hoy fueron diecisiete.
Tenía su lugar en el estacionamiento por lo tanto eso no generaba perdida de tiempo, esperó el ascensor , subió al de la derecha ,llegó primero , pulsó el número quince  y se quedó mirando como cambiaban los números uno a uno , ¿ mirándolos cambian más rápido? .
Cerró la puerta de su oficina, firmó papeles, contestó llamadas, recibió y escuchó  a gente que le hablaba, estrechó manos y palmeó hombros.
La hora del almuerzo había pasado sin darse cuenta, le pidió a la secretaria que le trajera algo para comer pero que fuera liviano. Ella sabía que liviano significaba rápido, le acercó un jugo de naranja y  un tostado, del cual apenas comería la mitad.
Continuo el desfile de personas, se abría y cerraba casi continuamente la puerta entrando y saliendo gente.
Algo en la ventana le llamó la atención, observó, nada, siempre lo mismo, autos en ambas direcciones yendo a alguna parte de la ciudad.
Dio unas órdenes por el intercomunicador, redactó un memorándum, firmó cheques, la ventana lo llama nuevamente.
Aviso a su secretaria que se retiraba, un asunto personal inventó. Fuera de agenda.
Bajo al garaje, subió al auto, recorrió unas cuadras despacio, buscando algo, nada.
Anochece, las luces iluminan el camino.
Siguió, pisó el acelerador, estaba cerca, no supo de qué pero estaba cerca.
 ¡Más rápido, ahí está!
Ya es otro día.  En la oficina entran y salen personas, sube y baja el ascensor, suena el teléfono, la secretaria atiende, del otro lado una voz áspera, ella no habla, cuelga y redacta un memorándum:
  ” Dedicaremos un  (1) minuto de silencio en memoria de quien hasta el día de ayer fuera nuestro Sr. Gerente fallecido en accidente automovilístico. Q.D.P.  La Empresa “.
Por la ventana los autos siguen en ambas direcciones yendo a alguna parte de la ciudad.

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